Portada Noticias Graduaciones Discurso de la educadora Ana Margarita Haché en graduación de PUCMM, junio 2024

Discurso de la educadora Ana Margarita Haché en graduación de PUCMM, junio 2024

Santiago, R.D.- La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra celebró este sábado su graduación número 110 del campus Santiago, entregando a la sociedad 849 profesionales. Con esta ceremonia, los egresados de la Madre y Maestra ascienden ya a 99,065. 

El discurso de honor estuvo a cargo de la educadora Ana Margarita Haché de Yunén, quien precisamente este junio del 2024 cumple 50 años de haberse graduado en esta universidad, para entonces la Católica Madre y Maestra. Haché de Yunén trajo a memoria aquellos retos de recién graduada y la os que se enfrentan hoy ,con cinco décadas de diferencia. 

A continuación, presentamos su discurso íntegro:

Señores miembros de la mesa de honor, autoridades universitarias, profesores y profesoras, padres, madres y estudiantes de la promoción de junio de 2024.

Señoras y señores:  

Agradezco el honor que me ha conferido el Reverendo Padre Dr. Secilio Espinal, rector magnífico de esta Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, para dirigirme a ustedes, con motivo de su graduación.

Las graduaciones suscitan una gran cantidad de emociones. En ese ambiente, se perciben sentimientos, muchas veces encontrados y hasta contradictorios. Por un lado, emerge una alegría desbordante ante los logros alcanzados; sin embargo, un dejo de tristeza acompaña la despedida de los compañeros; se mira con valor el tiempo transcurrido, aunque el temor asoma ante al futuro que se avecina. Alegría y tristeza, valor y temor, parejas de palabras, cuyas realidades conviven con nuestra existencia y nos desafían.

En unos pocos instantes, ustedes recibirán un diploma que les certificará como profesionales en una determinada disciplina y también los declarará competentes para realizar un trabajo y obtener un empleo. No solo poseerán una certificación laboral, sino que llevan el bagaje de una formación para la vida, como seres humanos conscientes de la realidad que les rodea y comprometidos para servir a la sociedad en la construcción de un mundo más equitativo y justo.

Al finalizar esta ceremonia, serán parte de una generación formada a la luz de los valores del humanismo cristiano, con el compromiso de defender la dignidad de la persona, cultivar la ciencia, actuar apegados a la verdad y luchar por el bien común. No es la mera instrucción la que llena de orgullo a sus profesores y profesoras en esta mañana, sino la apuesta que hicieron por la educación integral de ustedes, con el fin de que egresaran con una formación académica y socialmente responsable.

Algunas de las personas que estamos aquí reunidas recordamos que, hace cincuenta años, sí, cincuenta que cuentan, recibimos nuestros diplomas como graduandos de la entonces Universidad Católica Madre y Maestra. Éramos la octava promoción que contaba con 214 futuros profesionales en Trabajo Social, Derecho, Filosofía, Educación, Administración de Empresas, Economía, Ingeniería Industrial y Electromecánica, Secretariado y Técnicos Medios. Nos sentíamos como ustedes hoy, agradecidos de nuestras familias y nuestros compañeros, de nuestros profesores y profesoras, de nuestra universidad y de Dios.

A pesar de los años que nos separan y las características que nos diferencian, existen importantes semejanzas entre el contexto del pasado 1974 y la situación actual en 2024.

Hace cinco décadas, el mundo estaba inmerso en la crisis del petróleo, lo que produjo una gran inflación y escasez de productos cotidianos. Hoy, en el 2024, la energía sigue siendo un factor crítico en la economía global y la inflación es todavía una realidad que continúa amenazándonos y aún más en este período pospandémico.

En los años setenta, nos encontrábamos en plena Guerra Fría, con tensiones significativas entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La Guerra de Vietnam y la crisis del Medio Oriente marcaban la geopolítica de la época. Increíblemente, hoy, la rivalidad persiste entre Rusia y Estados Unidos, con China incluida, y el conflicto en Ucrania junto con la sangrienta guerra de Israel en Gaza amenazan el mundo.

Alrededor de 1974, se desarrolló un periodo de movimientos sociales importantes; se abogaba por los derechos civiles, el feminismo y la oposición a la guerra de Vietnam. En la actualidad, desde las plataformas digitales, las calles y hasta desde las universidades se lucha por la paz mundial, la igualdad racial y de género, la justicia socioambiental y el cambio climático, entre otros acuciantes problemas.

Las décadas de los setenta se caracterizaron por el auge de las telecomunicaciones y la tímida introducción de las computadoras personales. Hoy la tecnología ha cambiado radicalmente la cotidianidad y la dinámica laboral, con la introducción de la digitalización de los procesos, el Internet de las cosas, la inteligencia artificial y el teletrabajo.

A pesar de todas esas innovaciones, en el 2024 todavía siguen como agenda pendiente la paz mundial, la democracia, la igualdad racial, la redistribución de la riqueza, la ética global, la salud integral y la calidad educativa, para citar desafíos que, junto con la crisis climática, nos llaman a repensar las estrategias y nos compelen a actuar desde una ciudadanía responsable.
Este 8 de junio es un día de fiesta en sus vidas, un día para celebrar, agradecer y también para reflexionar.

Permítanme hacer esta reflexión desde las palabras y sus significados, que conforman lo que ha sido mi devenir como investigadora y profesora de lengua española. Creo en el poder de las palabras; ellas conforman nuestra visión del mundo y guían nuestro sistema de creencias. Nuestro accionar está mediado por ellas. Como diría Julia Álvarez, nos ayudan a crear las personas en las que nos convertimos.

Cuando estudiamos las palabras desde una perspectiva estructural, descubrimos que ellas adquieren su significado como resultado de sus interacciones con otras palabras dentro del sistema. Se relacionan entre sí a través de oposiciones binarias, jerarquías y redes asociativas. En la conversación cotidiana, en el discurso académico o en las redes sociales resulta común encontrarnos con pares de palabras como las siguientes: éxito – fracaso, amor – odio, igualdad – privilegio. Se trata de vocablos relacionados que representan una división en dos partes contrapuestas.

Mi reflexión sobre este tipo de parejas de palabras va más allá de mi quehacer académico. Para mí, hay también pares de palabras que me han sido de gran ayuda en lo personal y lo espiritual. Más que contraposiciones, se trata de tensiones que están al servicio de la vida.

Cuando empecé a listar pares de palabras al servicio de la vida, la lista sobrepasó la treintena. La tarea de selección y omisión no fue fácil; siempre surgía un par que me parecía indispensable. Ponía y quitaba. Me preguntaba qué es lo pertinente y asertivo para la vida de ustedes, jóvenes de la generación Z con algunos milennials, colados en los posgrados. ¿Cuáles serían esas palabras que tocarían sus almas? ¿Cuáles ocuparían un lugar en la mochila de recuerdos que se llevan hoy?

Luego de mucho discernimiento, seleccioné dos pares de palabras desde las cuales comparto con ustedes estas reflexiones, con la esperanza de que las incorporen a sus recursos vitales y puedan echarles mano cuando las necesiten. Para nadie es un secreto que en la sociedad de la información y el conocimiento, la creación y circulación de bienes y datos se realiza con una rapidez indescriptible, lo que conlleva una acumulación enorme de información, muchas veces con grandes limitaciones para su procesamiento. Nada más piensen en todo lo que reciben por WhatsApp, Instagram y X, sin adentrarnos en la enorme cantidad de conocimientos que se producen diariamente.

Los flujos comunicativos nos atraviesan constantemente obligándonos a procesar y responder con gran celeridad a esa marea de datos importantes, de hechos significativos que conviven con informaciones sin sentido, clichés banales, noticias falsas y hasta mal intencionadas. ¿Cómo hacerles frente a las demandas de actuaciones instantáneas que nos inducen a respuestas inconscientes? ¿Cuál es el antídoto para liberarnos del automatismo que no solo nos deshumaniza sino que nos convierte en seres indiferentes? ¿Cómo discernir entre la verdad y la mentira disfrazada de posverdad? ¿Qué hacer para que la sobreexposición a la información no nos desconecte emocionalmente de la dura realidad que nos interpela y nos pide compromiso?

Frente al automatismo y a la indiferencia imperante, Daniel Inerarity nos propone escapar del esquema estímulo-respuesta, priorizando la interpretación y la reflexión. Enfatiza que más que almacenar datos e informaciones, lo decisivo es “interpretar para obtener experiencias a partir de los datos y sentido a partir de los discursos”.

Estimados graduandos, muchas serán las ocasiones en las que tendrán que actuar y tomar decisiones. En esos momentos, recuerden la dicotomía automatismo – reflexión y desechen la respuesta fácil y las reacciones mecánicas. Resistan a la aceleración que deshumaniza, cuestionen los datos, constaten las informaciones, hagan uso de sus recursos cognitivos, de su criticidad y libertad. Estoy segura, entonces, de que su respuesta será asertiva y pertinente.

El otro par conceptual es el formado por las palabras tradición – innovación. Esta tensión presenta un desafío diferente al anterior. Como ustedes saben, la tradición está compuesta por el conjunto de prácticas, creencias, conocimientos y valores que se transmiten a lo largo del tiempo. Para Anthony Giddens, las tradiciones son necesarias en una sociedad y perduran porque dan continuidad y forma a la vida. Las tradiciones permiten a las jóvenes generaciones conectarse con sus raíces y comprender sus orígenes. Zygmunt Bauman, ve la tradición como algo que puede brindar seguridad en un mundo cambiante y líquido.

Esta oposición crea intensas polarizaciones. Por un lado, existen quienes se aferran a las tradiciones buscando la estabilidad en este mundo lleno de incertidumbres. Piensan que todo tiempo pasado fue mejor. Corren el riesgo de quedarse atrapados en él y anquilosarse. El miedo a lo nuevo limita sus posibilidades de crecimiento. Esa actitud no es solo propia de los individuos, sino también de las instituciones, entre ellas, las universidades.

Por otro lado, hay quienes opinan lo contrario: que la tradición es una retranca para la innovación. Que el pasado obstaculiza el progreso impidiendo la introducción de novedades y mejoras para el futuro. Que las tradiciones pueden ser usadas para mantener estructuras de poder inoperantes.

A las personas y a las organizaciones que valoran o se oponen a la tradición, les convendría reflexionar sobre estas ideas de Michel de Certeau: “la tradición está muerta si queda intacta. Si una invención no la involucra dándole vida, la tradición se debilita. De la misma manera, si una innovación no dialoga con la tradición, corre el riesgo de quedar vacía de sentido.

El par tradición – innovación también tiene relevancia para las universidades. En la vida académica, las tradiciones desempeñan un papel importante. Se presentan en formas muy variadas y diversas. La organización de las facultades, los honores estudiantiles, los rangos profesorales y hasta las propias disciplinas son tradiciones que no solo enriquecen la experiencia académica, sino que también ayudan a construir una identidad compartida y a fortalecer los lazos entre los diferentes miembros de la comunidad, creando un sentido de pertenencia a través del tiempo. Giddens lo tiene muy claramente establecido: “Sin tradiciones intelectuales, las ideas no tendrían foco ni dirección”. Sin embargo, “es parte de la vida académica explorar continuamente los límites de tales tradiciones y fomentar el intercambio activo entre ellas y las innovaciones”.

Por todas estas razones, reflexionar sobre el par tradición – innovación es fundamental para ustedes, pues les ayuda a comprender y valorar su herencia cultural, a apreciar la interculturalidad, a dotar de sentido sus proyectos al tiempo que los prepara para abordar el futuro con creatividad.

Graduandos, como estas parejas de palabras, encontrarán ustedes otras en su transitar por la vida. Ante ellas, les sugiero detenerse para interpretar sus significados, para reflexionar sobre sus extremos, para repensar y actuar con nuevas estrategias que contribuyan a resolver las polaridades mediante la fusión creativa, que da vida nueva y vida en abundancia.
Como habrán notado, el desafío es aprender a discernir y a optar por los significados que nos humanicen, los que nos muevan hacia versiones más amplias de nuestras vidas y nuestras comunidades. El gran reto es encontrar las palabras cuyos significados nos lleven a actuar para mejorar este mundo que tanto lo necesita.

Queridos graduandos, creemos en ustedes como profesionales capaces de enfrentar las polarizaciones y confrontaciones del presente para diseñar alternativas que integren, de manera creativa, nuevas estrategias para construir un mejor futuro.

¡Adelante y muchas felicidades!

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Share via
Copy link